viernes, 7 de noviembre de 2014

"Ando mi camino solo. Porque, seamos sinceros... ¿quién estaría tan loco como para andarlo conmigo?"

Sé que llevo mucho sin publicar, pero tengo una excusa. Una excusa de peso: Segundo de bachillerato. El que lo inventó es un sádico y espero que Alistair se esté ocupando de él en el infierno.
Y es que no se trata tanto del poco tiempo que tengo para escribir entradas como del poco tiempo que tengo para ver cosas que contaros. Planeaba hablar de Supernatural, pero necesitaría tiempo para esa entrada y, adivinad, no lo tengo. Sí lo tengo para leer novelas de higlanders, pero vosotros sabéis que soy tonta y puedo ponerme a leer antes de un examen. Vosotros me queréis igual. Espero. Estoy sufriendo, ni se os ocurra darme malas noticias.

En todo caso, vengo con un poco de miedo, puesto que juzgar una serie tras dos capítulos es un poco precipitado, para hablaros de algo que me ha emocionado: Constantine.


Si bien comenté Outlander tras su primer capítulo, ya había leído el primer libro, por lo cuál tenía más criterio para juzgar. No os puedo decir si es una buena o una mala adaptación, así que no me preguntéis. Lo que sí os puedo decir es que mola un taco.

(SPOILERS Constantine; Hasta el 1x02)

Jonh Constantine es un exorcista, demonólogo y maestro en artes oscuras. Bueno, un aficionado ocasional. Es que no le gusta presumir. Cuando condena su alma por un error garrafal que atrapa en el infierno a una niña de nueve años, provocado porque cree que lo controla todo, decide dejar el mundillo. Ya que está condenado a una eternidad de sufrimiento, ¿para qué arriesgar su escaso tiempo de vida? Así que se interna en un manicomio y es desagradable con su psicólogo. Eso cambia cuando un demonio posee a una loca y le manda un mensaje: LIV DIE. Vamos, que Liv muere. Los demonios siempre escriben en mayúscula porque con lo raros que tienen los ojos no pueden leer las minúsculas, por cierto, por si teníais curiosidad.


En fin, Constatine le había prometido a un gran amigo suyo que cuidaría de su hija, a la que nunca se había acercado para no ponerla en peligro, pero que había heredado su súper-poder: la visión. Vamos, que ve el mundo exactamente como es, lleno de almas en pena y fantasmas y demonios. Su visión comienza a despertar, lo que es un faro gigantesco y luminoso para los demonios, que lo consideran una amenaza. Así que Constantine tiene que mantener a Liv viva, tratar con su desconocimiento por el mundo en el que vive y lidiar con sus propios fantasmas. Que los tiene. Muchos. Ese hombre necesita chocolate y un abrazo.  O antidepresivos directamente.

Esa es la trama que nos encontramos en el primer capítulo aunque, curiosamente, en el segundo Liv no sale y aparece Zed. Además de a ella, nos presentan a Chas, un tipo que al parecer es inmortal pero aún no sabemos la razón, a un genio de los ordenadores adicto a las pastillas porque una misión con Constantine le traumatizó mucho y a Manny, que es un ángel muy mal conseguido estéticamente porque sus ojos son raros y sus alas daban vergüenza.
Me imaginaba que la serie sería algo en plan Supernatural, pero nada más lejos de la realidad. Sí, en el segundo capítulo vemos como Constantine resuelve un caso con criaturas extrañas en una pequeña ciudad de américa, pero el ambiente, la estética y las sensaciones son completamente distintas. Supernatural, en comparación, parece el Mundo de la Piruleta. Constantine es desengaño, dolor, fantasmas en acoso constante y mucha nicotina, una ambientación sombría con notas tétricas. Incluso los golpes de humor encajan con la serie, pues es un humor cínico y carente de esperanza, provocados en su mayoría por la personalidad de Constantine y su grandeza.


Porque anda que Constantine no mola. Nuestro protagonista no tiene poderes de nacimiento, sino que aprendió en su adolescencia. Su madre murió en el parto y su padre le culpaba, así que le puso el cariñoso apelativo de asesino y le pegaba un puñetazo cada noche. Seguro que no recibió ninguna taza de "Mejor padre del mundo". En todo caso, Constantine quiere invocar a su madre por alguna razón, pero todavía no lo ha conseguido. Lo que sí ha conseguido tras leer muchísimos libros de ocultismo es un amplio conocimiento de criaturas malignas, de demonios y de hechizos y exorcismos. Y el acento británico y la gabardina le dan personalidad y le hacen molar incluso más. Lo que es difícil.

En conclusión: Constantine tenía una pintaza, pero ha superado las expectativas.

Y ahora, la ficha:
  • Lo mejor: El propio Constantine, que me parece un personaje complejo y original, lleno de sombras y matices, y del que estoy deseando descubrir más.
  • Lo peor: La estética que le han puesto al ángel no me gusta un pelo. No sé como será como personaje, pero no entra por los ojos. Menos mal que pliega las alas, porque duele verlas.
  • Lo más divertido: Cuando los loqueros entran en la habitación destrozada y Constantine se va tan tranquilo diciendo que ha sido la poseída. Me hizo mucha gracia xD
  • Lo más WTF?: La abuela con las cuencas hundidas vomitando ectoplasma negro. Eso ha sido raro de cojones.
  • Lo más bonito: He tratado de no mencionarlo, pero Matt Ryan. ¿Sabéis como le queda la gabardina? Ese hombre no es humano.
  • Lo más asquerosillo: ¿El ectoplasma negro de la abuela o las convulsiones del cadáver poseído? Quizá las cucarachas, pero a Chas le atravesó un cable de corriente eléctrica...

Moraleja: Si os gusta minimamente la fantasía urbana, tenéis que seguir esta serie.

PD: Y, para todo aquel que tenga buen gusto, ha empezado la sexta temporada de White Collar. Yo me voy a ver el primer capítulo y, si sabéis lo que es una buena serie, estaréis corriendo para verlo también.