sábado, 28 de junio de 2014

Ser diferente mola

¡Hola, maestros del frikismo!
Hoy, es un día especial.
Es el día del Orgullo LGTB y, como slasher desatada que soy, pues he pensado en hacer algo al respecto. Ya sabéis, por lo de la tolerancia y los derechos humanos y la igualdad y esa clase de cosas. Seguro que ya os sabéis el discurso. Es un discurso bastante popular.
Me he planteado durante un rato que podía hacer, dado que explicaros lo guays que son mis parejas slash me parecía un poco... Bueno, que no era original.

Veréis, algo que aprendes cuando te vas haciendo mayor es que este mundo no está lleno de arcoiris, unicornios y cosas rosas. Es un mundo duro y complicado lleno de aristas que se clavan, de maldad y de miedo. Y sí, estoy quedando como la típica que da el discursito, ya lo sé. Pero es la verdad. En el mundo hay lo que yo llamo "mala gente". O "estúpidos". O "gilipollas". O "ojalá y te partan todos los dientes". Y demás.
Porque esas personas tienen miedo. Tienen miedo de aquello que es diferente. Y no me refiero sólo a la comunidad LGTB, sino a todos. Lo que es diferente asusta y se rechaza. Lo que no encaja en un canon es desechado porque a la larga trae problemas. Lo que realmente quieren es que todos seamos iguales, pero no como deberíamos serlo. Quieren que pensemos igual. Que vistamos igual. Que reaccionemos igual. Es algo de este mundo que me enferma especialmente, la verdad.
Es decir, yo nunca he sido del todo normal. A los seis años ya creían que era rara y ya no encajaba del todo en el mundo. Y, realmente, da igual lo protegido que sea el entorno o la buena gente que te rodeé, porque hasta la mejor persona puede hacer daño a aquello que teme. Nunca tuve ningún problema serio por ser diferente. Oh, bueno, sí. Una matona. Es una historia no divertida que incluye encerramientos en armarios e intentos de tirarme por una ventana. Sí, soy muy Kurt.


Tampoco es que me ponga a llorar al recordarlo ni nada. Es sólo mi incapacidad de callarme y dejar de dar detalles. Disculpadla y tal.
En todo caso, sí, hubo un matón, y sí, después hubo más problemas, pero, dentro de lo que cabe, no fueron especialmente preocupantes.
Y, a pesar de que fueron incidentes cortos y algunas veces hasta absurdos, durante ese momento tú los ves como el fin del mundo. Porque el rechazo duele. Duele más de lo que debería doler para que fuese justo. Pero claro, el mundo no es justo.
Así que sí, el rechazo es doloroso. Aunque hay que reconocer que curte, que impermeabiliza. Cuando algún imbécil hace un comentario, yo soy capaz de responder. A veces, incluso me lo paso bien, llega a ser como un juego. También es que yo soy de las que se ríen del chiste sobre ella misma, si es bueno. Si es malo no. Si es malo me cabrea porque es malo o porque el idiota no va a entender la réplica.
En cualquier caso, al menos en mi experiencia, aprendes a defenderte y a ignorar cualquier clase de comentario de ese tipo. Pero se tarda.
Por lo que, claro, cuando te enteras de que tu caso no fue exagerado y de que hay gente pasándolo peor, la reacción natural es incredulidad. No porque considerase lo mío como lo peor del mundo mundial, sino porque me costaba creer que hubiese gente tan cabrona por el mundo sin que nadie le pegase con un garrote en la cabeza o algo. Oh, está bien, a riesgo de quedar como una niña inocente me sigue sorprendiendo. La parte del garrote, digo.
¿Que qué tiene esto que ver con el día del Orgullo? Pues que, al menos para mí, la situación no es tan distinta. Se trata de lo mismo, de miedo a lo diferente, de tratar meternos a todos en la casilla que dicen que nos corresponde. De ponernos una etiqueta para que los que nos salimos parezcamos más material defectuoso que otra cosa.


Y sé que no es todo el mundo, por favor. No es todo el mundo. Pero sí que hay más gente de la que se podría pensar en un principio. Eso es lo que deberíamos cambiar urgentemente de este antro. En realidad, creo que vamos por buen camino, que estamos enseñando a las futuras generaciones que ser diferente no es malo. La imagen anterior es de un capítulo de Los padrinos mágicos en el que nos enseñan lo HORRIBLE que sería el mundo con todos siendo iguales. Y que aquellos que discriminan, discriminan por ser imbéciles, no porque esté mal ser diferente. Fue un gran capítulo.

Pero volvamos al tema.
Realmente, mi primer contacto con la homofobia fue: "¿Pero eso sigue existiendo?". En esa época creí que era como el racismo o como el franquismo en Cuéntame: algo desfasado. Obviamente, no lo es --y el racismo tampoco--, pero fue una gran sorpresa.
La primera vez que fui consciente de que había chicos que se besaban con otros chicos (o chicas que se besaban con otras chicas, pero eso lo descubría más tarde, cuando llegó Bea en la segunda temporada) fue en Aquí no hay quién viva. Y, dado que mis personajes favoritos de ese entonces y todavía hoy son Emilio, Mauri y Marisa, entiendo que no me debió resultar demasiado traumático.
Consideré que los que salían en la serie tratando mal a Fernando y a Mauri --¡a Mauri, por los dioses antiguos y nuevos!-- eran idiotas y, sí, mala gente. Pero nunca pensé que, realmente, había gente siendo así por el mundo real, fuera de la televisión.
... Sí, era una niña muy inocente. Casaba a los colores. Si la moñez me viene de serie...
Pero como os decía, la realidad es bastante distinta. Hay gente a la que la idea de dos hombres juntos le pone los pelos de punta. Y, lo más sorprendente, gente joven. Es decir, no son cuatro paletos de pueblo desdentados haciendo chistes sobre mariquitas, sino que hay personas en los institutos que opinan igual. Eso sí que fue un shock. ¡Pero si en la tele decían que estaba bien! pensaba yo ¿Es que no ven Aquí no hay quién viva? Y parece ser que no la veían. Anda que hay gente con mal gusto...
Aun así, es obvio que las cosas están cambiando para mejor. No en todas partes. No al mismo tiempo. Pero, bueno, ahora hay muchísimas parejas homosexuales en la cultura pop, que es lo que llega más a las nuevas generaciones. Es decir, todo el que vea Glee no va a hacer una mueca ante una persona homosexual porque es IMPOSIBLE no amar a Kurt y a Blaine. En Cazadores de Sombras están Magnus y Alec. Hubo CINCO temporadas de Queer as Folk, que es una serie bastante fuerte y explícita, aunque sin ser tampoco vulgar o vacía. Lamentablemente sólo hubo una de The New Normal, que ejemplifica bastante bien lo que quiero decir, pero que le vamos a hacer, es preciosa en toda su extensión y yo prefiero tomármela como una película larga y ya. No sé si, realmente, podemos considerar el yaoi como algo positivo, dado que normalmente perpetua mucho el típico rol de el chico-chico y el chico-chica, pero está ahí y hace dinero, lo que significará algo. ¿Y cuanto fic y fanart slash hay por ahí de The Avengers, House, Supernatural, Sherlock y Harry Potter suelto?

No sé si es adecuado decir que el miedo a lo diferente desaparecerá, pero los tiempos están cambiando. Y si se atreven a juzgarnos porque nos gusten los chicos o las chicas, porque tengamos otra raza u otra religión, porque no nos comportemos de forma aceptable para la sociedad o porque rompamos los canones, siempre podemos pegarles un puñetazo en la nariz.



PD: ¿Debería haber ido a lo fácil y haber comentado lo guays que son Kurt y Blaine? ... En realidad, ya hice una entrada al respecto, así que...

domingo, 22 de junio de 2014

Ciudad de Hueso / Jace es chachi

¡Es verano! ¿No notáis la inusitada calidez que, atravesando los gruesos ventanales, sube vuestra temperatura como lo haría un baile sensual de Matt Bromer? Na', es broma, no hace tanto calor.
...
Guau. Que malos son mis chistes. Me siento avergonzada y todo. ¿Cómo es que la gente me habla si digo cosas como estas? Que corte.



En todo caso, he acabado las Crónicas de Kane. Han sido épicas. Afirmo que, sin lugar a dudas, Rick Riordan y Mara Oliver deberían ser nombrados Amos de la Resolución y Ejecución del Triángulo Amoroso. En serio. Pero no os diré la razón para no entrar en spoiler.

Aparte de eso, he comenzado la saga Cazadores de Sombras. Sí, es de lo que vengo hablar. Sí, habrá spoilers. ¿Qué? Llevo mucho sin reseñar con spoilers y es imposible no reseñar esto con spoilers, ya que hay sorpresas a cada maldita hoja. Aun así, el SPOILER MÁXIMO SUPER SPOILEROSO no lo he puesto.
Y ale.

(SPOILERS del primer libro: Ciudad de Hueso)

Pues la protagonista se llama Clarissa Fray. O eso nos dicen. En realidad, sí que se llama así puesto que, sea quién sea su padre y se llame como se llame su madre, es lo que debe poner en su partida de nacimiento.
Clary es una otaku con alma de artista, un mejor amigo que es un perfecto ejemplo del Amigo-Mono-No-Correspondido-Común, una madre sobreprotectora, un tío que no es su tío pero es amigo de su madre y lo considera su tío y, al parecer, gusto por los chicos que le van a traer problemas.
Pues bien, Clary y Simon, el amigo, se van de marcha a Pandemonium, que debe ser la discoteca con nombre más épico ever, y allí, Clary ve a un chico con un cuchillo. Es un chico potente, pero ella no se da cuenta --todavía-- porque el cuchillo es un elemento disuasorio importante. Y es que ese chico está siguiendo a otro, que se ha metido en un armario con una chica guapa. Bueno, el primer chico está acompañado por otro chico, pero éste como que no pinta mucho, así que... ¿Sabéis qué?, pongámosles nombres:
Chico del cuchillo: Jace (insertar apellido según parte de la historia pero en principio Wayland).
Chico que va con la chica guapa: Desconocido (próximamente cadáver; próximamente "¡El cadáver ha desaparecido como polvo interdimensional!").
Chica guapa: Isabelle Lightwood. 
Chico que acompaña al chico del cuchillo: Alec Lightwood (también conocido como Alec Wayland, señor Alec Wayland, Alec Ligthwood-Wayland, Parabatai significa amentes destinados, señor esposo de Jace Wayland y demás títulos similares para aquellos que leen su diario (Isabelle)).
Bien, vale, ahora nos aclararemos mejor.
Pues que Clary entra en el armario y ve que han atado al desconocido y le están amenazando. Clary flipa en colorines fosforitos porque no es una conversación en plan "Los TribuUrbanaRandom no van a permitir que los OtraTribuUrbanaRandom nos vacilen vilmente, ¡qué tenemos navajas, jolín!" sino más bien algo en plan "Los demonios sois malos y mentís y ahora tenemos que matarte antes de que esto se parezca aún más a un dialogo de Supernatural." Obviamente, la pobre no se nos pispa de na', ya que la demonología no es una asignatura obligatoria en el instituto --cosa que me parece fatal, así os lo digo--. Como ciudadana ejemplar, Clary sale en defensa del pobre desgraciado. Inútil, pero ella lo ha intentado.
Los Cazadores de Sombras flipan porque a) ¿Quién es esa tía que les está echando la bronca? b) ¿Cómo puede verles sin llevan marcas superchulas de invisibilidad? y c) ¿Cómo se le ocurre a la chica esa avisar a los asesinos armados de que ha llamado a la pasma?
En todo caso, matan igual al chico y, como no hay cadáver --los demonios vuelven a su dimensión de origen al morir-- y son invisibles, se quedan tranquilamente a ver como Clary da explicaciones al de seguridad.
Después, ella y Simon se van a casa, donde Clary tiene una bronca gigantesca con su madre, que se la quiere llevar fuera de la ciudad.
Y, cuando Clary acompaña a Simon al recital de poesía de un amigo, vuelve a encontrarse con Jace, que ha ido a buscarla. Discuten, Clary está preocupada por su madre así que intenta irse, Jace trata de impedírselo, ella le roba el sensor --aparato chachi de los Cazadores de Sombra que no funcionará correctamente en toda la novela-- y huye. Al llegar a casa, descubre que hay un monstruo raro en forma de escorpión tratando matarla, al que se carga haciéndole tragar el sensor por accidente.
Después de eso, despierta en el Instituto, una mezcla de motel para Cazadores de Sombras, centro de investigación, instituto normal para tres alumnos y lugar de exilio. Sí, todo es muy normal en el Mundo de las Sombras, ya lo sé.
La madre de Clary ha desaparecido y ella decide tratar de rescatarla.
Pues eso es, a grandes rasgos, lo que pasa.



La novela está escrita con una pluma admirable, con un estilo personal y elegante y mucha claridad.
El ritmo no decae en ningún momento porque no dejan de pasar cosas y de vivir aventuras. A veces son aventuras para encontrar a la madre de Clary y otras para solucionar un problema puntual, pero todas te mantienen en tensión.
Además, aunque es una novela realista y con un punto definitivamente oscuro, también tiene mucho humor. Hay situaciones, como el Rata!Simon, que son muy graciosas, si bien, principalmente, lo más hilarante es Jace. Jace es sarcástico y bastante cabrón, lo que siempre es gracioso, pero es que, encima, sus diálogos con Clary suelen ser un toma y daca. Ya sabéis lo que yo amo el toma y daca.


Por otra parte, hay que destacar la enormidad de los personajes. Excepto Hodge, que me resulta bastante patético y mala gente. Jace es la leche, como ya os he explicado. Clary es una chica fuerte y decidida, pero con buen corazón, que además es friki, lo que es bien. Simon es una monada y tal, pero tiene carácter --lo sé, sorprendente--. Isabelle es una chica guapa, pero también inteligente y decidida, que me cayó bien desde el principio. Alec es inteligente y le gustan los libros, además de ser gay, por lo que iba bien conmigo, pero es triste que esté tan colado por Jace; espero que se largue con Magnus y me den mi ración de slash YA. Magnus Bane es un brujo de sexualidad difusa para el que la palabra excéntrico queda corta, por lo cual parece hecho a medida para que le adore y le shippee con quien a él le salga del higo, osease, Alec. Luke/Lucian es maravilloso en todas sus formas y yo le quiero mazo, pobrecillo... Jocelyn no está mal, pero como ha aparecido en dos escenas como mucho, pues tengo poco que decir de ella.

Aysh, si es que no sé que más deciros para que leáis la novela. Al principio yo tenía como una torre de dudas, pero era infundadas, es genial. Leedla para que yo pueda hacer chistes sobre el malo malísimo que se llama como el perro de Vicenta. Os lo ordeno.


¿Qué? ¿Que los chistes sobre Valentine no son suficientes? ¡Blasfemos! Oh, está bien, ¿queréis más razones? ¡Tomad una razón!


Esa es una razón, Jace _________. Una razón de peso, desde luego que lo es. ¡Obedece, plebe insensata!





PD: Chistaco:
"Jace: ¿Has visto a Grey?
Anna: ¿Por qué le buscas?
Jace: Porque soy un cazador de sombras y se rumorea que él tiene cincuenta."


martes, 17 de junio de 2014

Novelas románticas por doquier y Rainbow Rowell

Pues, dado que por ahora no me queda nada para Septiembre, me doy un pequeño descanso para hablaros de lo que he leído en estas semanas. ¿Qué? ¿Qué debería haber estado estudiando? Lo sé. Soy una irresponsable ::corre a una esquina a llorar::.
En fin.

He releído Nueve reglas que romper para conquistar a un granuja y Once escándalos para enamorar a un duque. También he descubierto que, gente, hay otra saga acerca de ese universo. Lo que es bien, porque yo quiero saber que leñe pasó con Benedick y espero que lo mencionen como agua de mayo. Lo que he conseguido en español han sido las dos primeras novelas, pero hay, al menos, una más en inglés. Las que he leído son Un pícaro con otro nombre --sobre la historia de amor de Penélope, la prometida de Simon antes de que se rebelase lo de su hermana-- y Un buen conde merece una buena amante --sobre la hermana de ésta, que es una científica tipo Sheldon o Sherlock y mola un taco--. Al menos los títulos son más cortos.
También he leído otras cosas, como Eleanor y Park o Fangirl. Que son de las que vengo a hablar.

Eleanor y Park es la novela romántica que más me ha emocionado como, eh... Nunca.
Es decir, a mí la novela romántica me gusta por defecto, pero emocionar como que no me emociona. La vivo, pero yo vivo cualquier cosa. Eleanor y Park fue un descubrimiento maravilloso del que no estaba muy convencida y que demostró ser impresionante. A mí me ganó cuando los protagonistas se cogieron de la mano. PERO QUE MONOS, POR LOS DIOSES ANTIGUOS Y NUEVOS, PERO. QUE. MONOS. Eso de que la mano de Eleanor era como sujetar una mariposa, como sujetar un latido, como sujetar algo vivo. Oh, bueno, toda la situación en sí es monisísima.
Park es un chico con madre asiática que no está entre los populares pero que se lleva medianamente bien con ellos, por lo cual no tiene problemas en el instituto. Aunque no es tonto y trata encarecidamente de evitarlos no provocando situaciones complicadas.
Eleanor es una chica que viste de forma estrafalaria y que, en sí, es extraña. Ha vivido todo el año anterior en el sofá de una amiga de su madre porque su padrastro --un cabronazo, os lo adelanto porque no es spoiler-- la echó de su casa. Su madre está sometida que no veas, por cierto. Todo el instituto parece competir para meterse con ella.
Ambos se encuentran por primera vez en el autobús, cuando Eleanor empieza el instituto. Nadie quiere sentarse con ella y la situación se vuelve tensa y el conductor del autobús le dice que se siente y nadie quiere dejarle un sitio y Park se exaspera. Así que le dice que se siente de una vez de malas maneras y le deja un sitio a su lado.
Los dos tienen una relación extraña entre ellos. Oh, bueno, no tanto. Se ignoran el uno al otro. Que es, después de todo, lo que tiende hacer la gente en los autobuses. Yo me llevo algo para leer. Y Park también. Eleanor lee por encima del hombro de Park.
Y no os voy a decir que pasa después, pero os aseguro que es bueno y genial.
Y no sólo ellos, sino que todos los personajes molan. Oh, bueno, todos no, pero son reales y tal aunque a algunos quieras partirles los dientes. Yo al padrastro guarrindongo y al vecino popular les... Les... Bueno, les ponía la cabeza en el hueco de la puerta de un coche y pegaba un portazo. ... Al menos no he usado besugos.
La madre de Eleanor es la típica mujer maltratada y sometida que consiente cualquier cosa, pero que no quiere que su hija salga con chicos porque ella es guapa, pero Eleanor es lista y puede vivir sin los hombres.
La madre de Park es maja y tal, pero demasiado... Obsesionada con la moda y con la imagen, para mi gusto. A ver, que es un encanto, pero es que a mí lo de arreglarme me provoca un sarpullido y verla eligiendo lápices de ojos según la piel y haciendo cambios de imagen pues como que me intimida un pelín. Tonterías mías. Como las de las puertas de los coches y los besugos.
El padre de Park es majo también, pero no comprende mucho a su hijo. Aun así mola.
Ah, y el padre de Eleanor es imbécil, pero no es muy importante para la trama.
En todo caso, que es un libro maravilloso y genial. Incluso si no te gusta la novela romántica, es muy bonito. Aunque no me he enterado muy bien de como graban las cintas. Soy de otra generación =P
Eleanor tenía razón. No era guapa exactamente. Emanaba algo artístico, y el arte no busca ser bonito; busca despertar tus sentimientos.

Y, después de leer tal novelón, fue imperativo, imperioso y obligatorio que buscase Fangirl, una obra de la misma autora que se ambientaba en el universo fan de Simon Snow. Vamos, Harry Potter con otro nombre para no pagar derechos de autor.
Cather y su hermana gemela Wren han estado muy unidas desde que su madre les abandonó --cabe decir que el día once de Septiembre, ESE once de Septiembre--, estaban siempre juntas, se apoyaban la una en la otra y frikeaban continuamente sobre Simon Snow. Bueno, sobre Simon Snow y su compañero de habitación Tyrannus Basilton, osease, Baz. Sí, él es Draco Malfoy. Si es que el drarry tira...

Pero, mientras que Cath sigue en la misma línea y dedica prácticamente todo su tiempo a su fanfic Carry On, Simon --que ha alcanzado casi tanta fama como el libro real--, Wren decide que quiere conocer a gente nueva. Por lo cual, cuando se trasladan a la universidad, van a diferentes habitaciones.
La compañera de Wren es la típica adolescente superficial y simplona de fraternidad que a mí como que me revienta. Y Reagan, la de Cath, le resulta intimidante, al menos en un principio.
Durante todo la novela vemos como Cath va cambiando y madurando, abriéndose un poco más a la gente de su entorno. Por ejemplo, deja de alimentarse de barritas energéticas y baja al comedor. Es un momento de orgullo como lectora.
Y mientras va creciendo, tratando con el distanciamiento de su hermana, la inconsistencia mental de su padre al verlas lejos, la reaparición de su madre, el miedo a no encajar, el poco tiempo que tiene para acabar su fanfic antes de que salga el último libro y su curso de escritura creativa, aparecen los chicos.
Uno es Nick, que también quiere ser escritor y con el que se lleva bastante bien. Escriben juntos en la biblioteca y es su compañero de tareas.
El otro es Levi. Y Levi es la leche. No sé porque los adolescentes rubios molan más de lo permitido, pero parece ser que es así ::babea con el recuerdo de Axel::. Es el típico chico amable con todo el mundo, con una permanente sonrisa, sentido del humor y achuchabilidad máxima. ¿Quién puede resistirse a Levi? Levi, que es sencillo y considerado y coquetea con las chicas pero no es un cabrón del quince. Levi es genial. Os enumeraría sus grandiosidades, pero son demasiadas y muchas son spoiler.
Y, bueno, después están Simon y Baz. Simon. Y. Baz. Les adoro mucho. Es decir, quiero leer las novelas de Simon Snow. Y el fanfic de Simon Snow. Desgraciadamente, los tres que hay están en inglés.

Para una fan del drarry esta novela es dinamita.

The bazmon is sooooooo canon. And drarry too.
En resumen, si no te gusta el fanfic y el fandom esta no es tu novela, pero si ese no es el caso, estás obligado a leerla. Obedece o te azuzaré al conejo de la luna ::guiño a los que han leído la novela, guiño a los que han leído la novela::.
—Espera… ¿qué? —Cath puso todo abajo y se volvió hacia él—. ¿De verdad crees que estoy avergonzada de ti?
Levi sonrió amablemente y se encogió de hombros.
—No estoy enojado, cariño.
—No, estás loco. Ni siquiera sabía esas cosas de Jandro, y de todas formas, ¿a quién le importa? —Cath se estiró hasta su pecho y y apretó los puños en su sudadera negra—. Dios, Levi. Mírate… Eres… —No tenía palabras para lo que Levi era. Era una pintura rupestre. Era The Red Ballon. Se levantó sobre sus talones y tiró de él hasta que su rostro se encontraba tan cerca que podía ver sólo uno de sus ojos a la vez—. Eres mágico —dijo ella. 

También he leído Un beso en París. Quiero un Étienne. Es todo lo que tengo que decir al respecto.

Hoy empezaré con La pirámide roja. Será genial porque es de Rick Riordan.

¡Un placer, maestros del frikismo! Queda menos para el verano. Y para la WizardCon.




viernes, 13 de junio de 2014

Regalo de Cumpleaños: Nubes y Flores Silvestres

¡Hola, maestros del frikismo!
Sé que llevo mucho sin publicar. En parte por los exámenes. En parte por vagueza. En parte porque no hay mucho que contar. Podría reseñar alguna de las novelas que me he leído esta semana, ya que yo soy muy lista y en época de exámenes leo en vez de estudiar, pero me he decantado por otra cosa.
Como me ha dado mi racha de novela romántica, tenía una historia corta en la cabeza. Así que me decidí a escribir un poco de ella para que dejase de dar botes por ahí. Sí, para perder el interés en una historia la escribo. Soy tan inconstante que da miedito y todo. Pero una amiga mía cumple años este Lunes. Y otro en Julio. Y otra cumplió hace poco. Y es que, leñe, este año tengo más amigos de lo normal y no voy a acordarme de todos los cumpleaños, ya no digamos regalarles algo. Por lo que me decidí a acabar la historia en plan drabbles --osease, conjunto de escenas-- y regalárselo por su cumpleaños. ¿A quién? A mi colectivo de amigos de la vida real. Y ale.
¿Qué? ¿Qué debería estar con mi novela o escribiendo Alanis? Estoy atascada con ese último e intento alejarme de la novela en época de exámenes para que mi mente no se me vaya continuamente.

Bueno, pues aquí lo dejo. Una tontería, pero bueno.

Nubes y Flores Silvestres.

Miguel era un chico solitario y excéntrico, que se sentaba en la última fila y tendía a ignorar a los profesores, aunque seguía sacando notas razonablemente altas. Una media de ocho coma dos. Más o menos.
Lo único que desmentía totalmente su imagen, era su propio nombre. Los malditos del registro no había dejado a su madre llamarle Michael. Su madre, enardecida en la devoción a su ídolo y sin la presencia de su padre para detenerla, le había registrado como Miguel Jasón. Y no había acabado. Su nombre era Miguel Jasón Pérez-Fernández del Prado.
No le ayudaba mucho a imponer respeto.
Reflexionaba acerca de ello y de mil cosas más, mirando por la ventana. Desde su mesa se veía un pedazo de cielo por el que las nubes se extendían y retraían con lentitud.
La perorata acerca del comunismo se vio interrumpida. Miguel alzó perezosamente la vista. Les estaban informando de que una alumna nueva iba a unirse a la clase.
Baja, delgada, colores pastel, ojos grandes y coleta descuidada.
Aburrido.
Volvió su atención a las nubes.
--Bien, Silvia. Puedes sentarte junto a Miguel al final de la clase.
Éste masculló un taco entre dientes, molesto por la impensable violación de su territorio. ¿Cómo se atrevían?
La chica se sentó y sacó sus cosas.
Mochila rosa. Estuche con flores y sin marcas de uso o tinta. Archivador de Kukuxumusu. Una decena de bolígrafos pilot de varios colores. Agenda decorada con pegatinas.
Estaba convencido de que era perjudicial para su salud estar cerca de algo tan aburrido. Aunque podría ser peor. Podría ser un archivador de One Direction. O de Justin Bieber. O de My Little Pony. En realidad, no le extrañaría que sí fuese de My Little Pony. O de Barbie.
--¿Podrías compartir el libro, por favor?
Su voz era suave, educada. Se preguntó si había algo original o con carácter en esa chica. Deslizó el libro sobre la mesa sin prestarle atención, indolente, para que ella pudiese seguir la clase.
Volvió a torcer el rostro hacia la ventana. Las nubes seguían danzando a través del cristal.

En los cambios de clase, la gente se alborotaba. Mucho. Esperaba que la chica nueva se uniese a las otras chicas de clase y se alejase de su territorio, pero no lo hizo. No pudo evitar sorprenderse cuando le vio sacar un libro.
Hizo una mueca al ver que se había equivocado. No era un libro. Era Crepúsculo. Aun peor que no leer.
Tocaba Ciencias para el Mundo Contemporáneo. Su profesora de CMC era una mezcla de Luna Lovegood y la profesora Trelawny. Largo cabello rubio platino, ropa estrafalaria, ojos enormes por el aumento de las gafas y mente permanentemente en las nubes. Nunca se enteraba de que alguien no le estaba atendiendo.
Se colocó los cascos de su Ipod y subió el volumen al máximo.
Su tocayo cantaba que se estaba portando mal, lanzando piedras y escondiendo la mano y que eso a él no le valía, mientras las nubes seguían girando en su indescifrable danza.

--Poneos por parejas.
Decidido, Miguel odiaba a su profesor de Filosofía.
Ese hombre estaba obsesionado con ponerles en parejas o grupos para que debatiesen sobre todo lo que daban.
Y esa vez no podría unirse a una pareja cualquiera y dibujar en los márgenes de su libreta, porque ahora eran un número par.
Maldita novata.
Ella también se veía incómoda, insegura.
--Y… ¿Qué opinas de la democracia?
Miguel la miró sin expresión unos segundos antes de responder.
--Me importan un pimiento.
Ella parpadeó, sorprendida.
--Pero es lo que nos garantiza unos derechos fundamentales.
--Te confundes. Lo único que nos asegura a todos unos derechos fundamentales se llama utopía.
--No estoy de acuerdo.
--Supongo que esa es la semilla del debate.
Ella frunció el ceño.
--Eso es muy cínico.
--No, eso ha sido borde. Lo anterior fue cínico.
--El cinismo no es la solución.
--Ser idealista tampoco, aunque a lo mejor consigues descuentos en la tienda de Barbie.
--Te crees muy guay y muy chulo por ir de moderno desesperanzado, pero no lo eres. Sólo resulta patético.
--No, me creo muy guay y muy chulo porque no leo Crepúsculo.
Ella se sonrojó. Al menos se sentía avergonzada.
--Lo que leo es cosa mía --le espetó--. Y si quiero alternar Crepúsculo y El Conde de Montecristo no es asunto tuyo.
--Debe serlo, dado que has intentado quedar mejor mencionando a Alejandro Dumas padre --esbozó una sonrisa sardónica.
--Tú has sido el que ha mencionado al autor con su nombre completo.
--Eso es sólo un producto de mi basta cultura, no tengo porque impresionar a la Barbie Novata.
--Cállate.
-Hecho. Pero que conste que esto va contra el espíritu del debate y contra mi libertad de expresión. Es antidemocrático.
Ella apretó los labios, enfadada.
Miguel volvió a los márgenes de su libreta.

--Oh, por los dioses antiguos y nuevos…
También odiaba a su profesora de E.F.
--A mí tampoco me hace ninguna gracia --le aseguró la chica pasándole una raqueta.
--¿No es bastante castigo jugar al bádminton? ¿Hay que jugar con un compañero?
--¿Y cómo íbamos a jugar si no?
--Contra la pared.
--Eso no tiene gracia.
--El bádminton tampoco la tiene.
--¿Eres tan desagradable siempre o sólo cuando hablas conmigo?
--Que egocéntrica. Soy borde con todo el mundo.
--Lo que eres es idiota.
--Soy un borde excéntrico y desagradable, no un idiota.
--Son sinónimos.
--Mentira.
--Verdad.
--¿Por qué no te vas a buscar a Edward Cullen y me dejas en paz?
--Vaya, te sabes el nombre, ¿has leído los libros?
--Me leí el artículo de la Wikipedia para poder criticarlo con propiedad.
--Para criticarlo con propiedad tendrías que leer el libro.
--Aprecio demasiado a mis neuronas.
--Imbécil.
--Carpetera.
--¡Retira eso!
--¡Silvia! --la profesora y el resto de la clase la miraban-- ¿El primer día de clase y ya dando problemas? --la reprendió.
Ella se sonrojó al oír las risitas.
Miguel adoraba ganar.

--¿Edgar Allan Poe?
Miguel alzó la vista de El corazón delator, irritado.
--Sí.
--No creí que fuese de tu estilo.
--Ya ves.
--Me imaginé que serías más… Gótico.
--Esto es novela gótica.
--Me has entendido.
--No soy gótico.
--Bueno, siempre vas de negro.
--Soy un mortífago --ironizó.
Ella frunció el ceño.
--¿Referencias a Harry Potter?
--Soy fan de Harry Potter.
--¿Fan de leer los libros o potterhead?
Él arqueó las cejas.
--Potterhead. De Ravenclaw.
--Igual que yo.
--¿Pero potterhead en serio o potterhead en plan “adoro el dramione/dranny/harmione”?
--Soy del drarry --le corrigió indignada.
Él parpadeó, sorprendido.
--¿Y cómo es que lees Crepúsculo?
--¿Tú no tienes placeres culpables?
Miguel recordó las novelas de Sarah Mclean que guardaba bajo la cama junto con su DVD de Amor y otras drogas.
--No.

--Por favor, no me hagas esto --suplicó.
Silvia sonrió, llena de maldad.
--Hicimos una apuesta --colocó el primer tomo en su mesa, ignorando su gesto de horror.
--¡No es mi culpa! ¿Quién podría imaginarse que Robin y Tedd iban a acabar juntos?
--Yo lo hice.
--Tú no cuentas.
Ella rió, divertida.
--Tendrás que leértelo. Agradece mi bondad al no hacerte leer también el libro de Bree Tanner.
--Por favor --suplicó --. No me hagas leer Crepúsculo. No podré mirar a mi padre a los ojos si me haces leer Crepúsculo.
--No será para tanto.
Su padre le había leído El Hobbit de niño. Su padre le había regalado Harry Potter y La piedra filosofal. Su padre le había dado su edición coleccionista de El señor de los anillos cuando cumplió diez años. Su padre le había hecho ir disfrazado a la librería cuando salió Harry Potter y Las Reliquias de la muerte. Su padre le había dado Canción del Hielo y el Fuego a los catorce años. Su padre le había puesto en el buen camino literario desde siempre, ¿y pretendía hacerle creer que no le daría un infarto si le veía leyendo Crepúsculo?
--¿No eres un hombre de palabra, MJ? --el apodo por el que le llamaban los de clase le hizo enfadar aun más.
--Lo leeré --le aseguró--. Y te llamaré continuamente para decirte lo malo que es todo. Porque los malditos vampiros no brillan.
--Ni beben sangre. Porque los vampiros no existen.
--¡No hay ninguna ventaja en que los vampiros brillen! ¿Meyer no oyó hablar nunca de la selección natural?
--Léetelo.
--Creí que ahora éramos amigos.
--Lo somos. Los amigos se torturan unos a otros.

Las uñas de Silvia destacaban sobre la espuma roja del bate. Eran de un tono claro de verde con pequeños topos rosas.
Miguel no debería fijarse en eso.
Lanzó la bola. Silvia casi le arranca la cabeza a la profesora. Strike uno. Volvió a lanzar. Ni se ha acercado. Strike dos. Un último intento. Se le escurre el bate. Miguel se da una palmada en la frente. Strike tres y uno de los mayores ridículos que alguien podría imaginar. Fin del juego. Fin de la clase. Última de la tarde. Mejor.
Después de cambiarse en los vestuarios se reunieron en la entrada.
--¿Tomamos un helado?
--Hecho.
Estaban apunto de acabar el curso. Ya habían hecho los exámenes y sólo querían descansar. Normalmente iban a tomar un café y a charlar, pero según Silvia hacía un día demasiado bonito para meterse en una cafetería. Era de esas personas a las que el calor y el sol le ponían de buen humor. Era casi peor que su vena carpetera.
Se sentaron en un banco que parecía diseñado para ellos. Debajo de un árbol. Sombra para Miguel y luz solar para Silvia.
--Se te va a derretir el helado.
--El helado se derrite, es ley de vida.
--Oigo el lamento de tus futuros dedos pegajosos.
--Mis dedos aguantarán.
--Sádica.
Ella se echó a reír. Él esbozó una sonrisa torcida.
--¿Qué crees que pasará pasado mañana?
--¿Respecto a qué?
--Respecto a nosotros. Nos darán las notas.
--Nos irá bien. Yo soy un genio y tú una empollona.
--Sabes lo que quiero decir.
Él se encogió de hombros.
--Seguiremos quedando y hablando. Y respecto a lo otro…
--Continúa.
--Me gustas. Y obviamente yo te gusto. Pero somos amigos. No quiero perder a una amiga.
--No vas a perderme --le aseguró.
Miguel se dedicó a su helado en silencio, antes de responder.
--Somos adolescentes. Estas cosas nunca duran.
--Durará. Somos nosotros. Es como si nos saltásemos cada regla de los adolescentes estándar.
--Nos esforzamos en ello.
--Encarecidamente.
--No estoy seguro.
--¿Esto tiene algo que ver con Raquel?
--Raquel sale con Tony.
--Pero le gustas tú.
--Pero ella a mí no me gusta.
--Eso espero.
Él suspiró.
--Si quieres que salgamos, saldremos.
--Suenas como si te estuviese obligando. No quiero obligarte.
--Y yo no quiero decepcionarte. Porque no voy a regalarte flores ni bombones, ni a dar conmovedores discursos. Y mi piel no brilla con la luz solar.
--No espero que seas Edward Cullen. Que diablos, no espero que cambies ni un ápice. Me gustas tú. Un bastardo cínico y borde increíblemente friki y con un nombre ridículo.
--Deja a mi nombre en paz --gruñó.
--Me gusta tu nombre.
--Me cuesta creerlo.
--Es original.
--Déjalo, por favor. No cuela.
--Tenía que intentarlo.
Él suspiró.
--Está bien. Saldremos. Pero con una condición. No pienso acompañarte a ver la película de 50 Sombras de Grey.
Silvia se sonrojó.
--Placer culpable.
--No pude mirarte a la cara en una semana. Me sigue costando hacerlo.
--Idiota.
Él le sonrió, agarrando su mano.
Por suerte, la que estaba pegajosa era la otra.

El primer beso fue después.
Bastante después.
A principios de Agosto.
--¡Eres un idiota!
--¡Y tú una cría!
--¡Te detesto!
--¡Yo mucho más!
--¡No sé por qué salgo contigo!
--¡Pues ya somos dos los que no lo sabemos!
Llevaban quince minutos discutiendo.
--¡Tengo derecho a escuchar la música que me gusta!
--¡En tu casa! No pienso dejar que mancilles mi habitación.
--¿Mancillarla?
--¡Quieres escuchar a Britney Spears!
--¡Lo dices como si fuese Justin Bieber!
--¡No pronuncies ese nombre ante mi póster de AC/DC firmado!
--¡Eres insufrible!
--¡Tú también!
--¡Estoy harta del rock!
--¡Blasfemia!
--¡Vas a conseguir que odie a los Rolling Stones!
--¡Sacrílega!
Ella bufó, frustrada.
--¡Eres el chico más exasperante que he conocido!
--¡Y tú irritante!
--¡Desesperante!
--¡Frustrante!
--¡Insoportable!
--¡Inaguantable!
--¡Eres la persona más…!
Miguel la besó antes de pudiese acabar.
--¿Qué…?
--No lo sé --bufó, revolviéndose el cabello--. Sólo quería que te callases.
--Oh.
--Ya.
--Que primer beso más romántico --ironizó.
--Podría haber sido peor.
--¿Cómo?
--Podría haber estado sonando Hot as Ice en vez de Angie. Angie es una buena canción, bonita y romántica pero con personalidad.
Ella sonrió.
--¿Cómo yo?
--Yo pensaba más bien en Audrey Hepburn…
Se echó a reír.
--Eres idiota.
--No estoy de acuerdo.
--Pero eres mi idiota.
--Por Led Zeppelin, Silvia, tienes que dejar la novela romántica.
Volvieron a besarse.
Los labios de Silvia sabían a flores silvestres.




Pues nada, espero que os haya gustado. Ya os dije que no era nada del otro Jueves, pero ¡feliz cumpleaños!